Sevillareport
La Asamblea Ciudadana de Sevilla se abre camino tras su presentación
El movimiento por un proceso
constituyente se presentó ayer en las setas de la Encarnación, dentro de
los actos del aniversario del 15M, con los retos de no perder de vista
el objetivo primordial y de explicar de forma clara la iniciativa para
evitar suspicacias entre los distintos colectivos.
Juanjo Cerero / Jesús Rodríguez
| Son ya muchas las voces que, desde diversas tribunas, coinciden en
destacar la velocidad de vértigo con la que España retrocede en materia
de derechos sociales y laborales. Los más optimistas apuntan a los 70;
los menos, a los sombríos 40. También como en los 70, aunque en aquella
ocasión espoleada por el aperturismo cultural que supusieron las bases
militares de Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera, Sevilla vuelve a ser
uno de los núcleos más relevantes de la acción política a espaldas del
orden establecido. En la tarde de ayer, pasadas las 19 horas, se
presentó ante el auditorio reunido en las escaleras de las setas de la
Encarnación una nueva iniciativa que pretende abrir un nuevo frente para
incidir en la tarea de regenerar el sistema: la Asamblea Ciudadana Constituyente.
El objetivo de este proyecto es promover
una candidatura ciudadana que se presente a las próximas elecciones
generales para conseguir una mayoría suficiente con la que iniciar el
proceso de redacción de una nueva Constitución. Así lo establecieron los
promotores del proyecto —entre los que se encuentran Juan Torres y
María Lamuedra, profesores de la Universidad de Sevilla; José Ignacio
Aguilar, abogado de la Intercomisión de Vivienda del 15M; Federico Noriega, activista y sindicalista desde hace décadas, o Esteban de Manuel, coordinador de Equo Andalucía— en la primera asamblea, celebrada el pasado 8 de marzo.
En aquella primera reunión se estableció
una coordinadora de trabajo para llevar a cabo varios mandatos
concretos. Entre otros, la organización de una nueva asamblea, un acto
de presentación público y, sobre todo, decisiones sobre la forma
jurídica del movimiento. Dos semanas después, la coordinadora de trabajo
consensuó, tras un debate tan largo como redundante, que la Asamblea
Ciudadana no fuera ni un partido ni una propuesta electoral en sí, sino
el motor para promover candidaturas ciudadanas que surgieran de la
potenciación e información de la ciudadanía.
No obstante, como pudo comprobarse en la
presentación de ayer en las setas, encuadrada dentro de los actos del
segundo aniversario del 15M, la diferencia entre un partido político y
una candidatura ciudadana aún no ha quedado clara del todo para algunas
personas, y eso es algo que se debe solventar en la próxima asamblea,
que se celebrará el 6 ó 7 de junio en un lugar por determinar aún, con
la intención de presentar un documento que recoge la declaración de
intenciones de la iniciativa y la de aglutinar colectivos y personas
para continuar la andadura.
Que haya quien confunda una candidatura
ciudadana con un partido político crea algunos recelos, sobre todo
cuando algunos de los promotores de la Asamblea Ciudadana tienen
reconocida presencia en el 15M desde sus inicios. Sin embargo, lo que
más suspicacias levanta entre la mayoría de la gente es la idea de
querer participar en el sistema electoral con las reglas actuales. Si
bien el hecho de que éstas favorecen al establishment político
supone un importante escollo para la consecución del objetivo, algo que
ponen de relieve los más curtidos en batallas electorales, es en cierto
modo estéril siquiera plantear este problema. La intención de abrir un
proceso constituyente lleva aparejada la necesidad de llegar al Congreso
mediante la ley electoral actual y también la de reformar esta
normativa una vez que se haya redactado la nueva Carta Magna.
Necesidad de ser esenciales
La primera asamblea general del 8 de
marzo ya constituyó una escenificación del déficit democrático que
padece la sociedad española y que lleva a que cada uno quiera impregnar
de su ideología cualquier iniciativa por cuyo avance trabaje. Ya en
aquella ocasión, el propio Juan Torres exigió con vehemencia a los
asistentes que dejaran de “vender su producto” para poder centrarse en
el objetivo propuesto.
La coordinadora de trabajo, lejos de
resultar más eficiente en este aspecto por contar con menos integrantes y
tener una misión estrictamente funcional, se encontró con este mismo
problema durante cinco de las seis sesiones que de ella se han
celebrado. A pesar de contar con una lista de distribución de correos
electrónicos en la que se debatían los documentos previos, las reuniones
solían convertirse en debates interminables que se fueron alejando del
objetivo fijado —la promoción de una candidatura para establecer un
proceso constituyente— y de los mandatos de la asamblea para acabar en
la discusión de largas listas de puntos mínimos y de programas
electorales. En la última de las sesiones, celebrada el pasado martes,
sucedió todo lo contrario: el orden del día se aprobó por completo en el
tiempo que había para ello. Ni un minuto más. La solución del problema
respondió a la existencia de un turno cerrado de intervenciones y de una
mesa que zanjó cualquier discurso que no versara sobre el asunto de
debate en ese momento.
Lo cierto es que, de haberse seguido
esta dinámica desde el principio, hubieran bastado un par de reuniones y
la nueva asamblea general no se hubiera pospuesto hasta la primera
semana de junio, cuatro meses después del inicio del proeso. Tras la
experiencia de la coordinadora de trabajo, la Asamblea Ciudadana deberá
ser más resuelta en su funcionamiento y más clarividente y esencialista
en sus propósitos si quiere avanzar con rapidez y efectividad hacia sus
objetivos, puesto que, salvo adelanto electoral, quedan poco más de dos
años hasta las próximas elecciones generales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario