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António Costa tras su reunión con Rajoy el 14 de noviembre. EFE |
EL ESPAÑOL
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El milagro de la izquierda en Portugal frente al auge
de la ultraderecha
El Ejecutivo Costa cumple un año convertido en un
inesperado referente en Europa.
· Cuando António Costa asumió el
puesto de primer ministro de Portugal hace este sábado un año,
pocos pensaban que seguiría en el cargo pasado seis meses. El conservador Pedro Passos Coelho había
sacado mayor número de votos en las elecciones legislativas de octubre, pero a
falta de seis escaños para lograr la mayoría absoluta en el Parlamento, las
fuerzas de la izquierda se habían reunido por primera vez para facilitar un
Ejecutivo alternativo al de la derecha.
La idea era inaudita y controvertida:
los marxistas del Bloque de Izquierda (BI) y los diputados del Partido
Comunista (PCP) ofrecían prestar apoyo parlamentario a un Gobierno minoritario
de los socialistas lusos (PS) a cambio de la aprobación de una serie de ambiciosas
medidas sociales que pasaran página a la austeridad.
·
Por simple que pareciera la propuesta, en realidad se hablaba de algo
revolucionario. Costa tendría por delante la tarea imposible de aprobar las
costosas medidas sociales sin cruzar las numerosas líneas rojas de Bruselas,
siempre presionando para que los lusos redujeran la deuda y el déficit.
Cualquier cambio en las condiciones de Banco Central Europeo (BCE) –poco
entusiasmado ante la posibilidad de un Ejecutivo abiertamente contrario a la
austeridad– y la frágil economía portuguesa podría colapsar, llevándose al
Gobierno por delante. E incluso si no llegaba la amenaza del norte, el
Ejecutivo minoritario siempre estaría a merced de sus dos socios en el
Parlamento, partidos históricamente enemistados que en cualquier momento
podrían retirar su apoyo y solicitar una moción de confianza para poner fin al
experimento.
Unidos por el odio que le tenían a
Passos Coelho y al último lustro de austeridad,
el Ejecutivo de Costa –tachado por algunos medios extranjeros como un “Gobierno
de extrema-izquierda” y de “radicales”– parecía nacer con los días contados.
Sin embargo, doce meses más tarde, la alianza imposible se ha convertido en una
de las más sólidas de la historia del país, y en un mundo de brexit, Trump y la sombra de Le Pen en Francia a pocos
meses de las presidenciales allí, por citar algunos ejemplos, Portugal destaca
por ser el inesperado baluarte de la socialdemocracia en Europa.
NEGOCIACIONES PERMANENTES
A lo largo del último año, el Gobierno Costa ha conseguido reestablecer
gran parte de los servicios sociales suprimidos durante los peores años de
austeridad de la historia del país.
La aprobación de estas medidas sociales
no ha supuesto la ruina financiera del país, como muchos auguraban. Todo lo
contrario, el déficit se ha reducido al 2,7%, por debajo del 3% exigido por la
Comisión Europea. Durante el tercer trimestre del año la economía nacional
creció un 0,8%, convirtiéndose en la que más creció de toda la eurozona, según
Eurostat. El país incluso se ha podido permitir el lujo de adelantar los pagos de su
deuda con el FMI, reduciendo de esta manera los intereses que tendrá
que pagar en el futuro. Parece que han logrado el milagro de las medidas
sociales dentro de un contexto económico financiero sostenible.
João Galamba,
portavoz del PS en la Asamblea de la República, se muestra contento, pero con
ánimo de seguir adelante, pues confiesa a EL ESPAÑOL que “todavía queda mucho
por hacer”.
Además de la restauración de los salarios y las pensiones, Galamba apunta a
éxitos como la reducción de IVA de restauración del 23 al 13% –que resultó en
la creación de 28.000 nuevos empleos– o medidas solidarias, como la supresión
de las tasas judiciales para las víctimas de violencia de género, como señales
de la filosofía progresista del Ejecutivo.
“Estamos demostrando que hay otro
camino, hay una alternativa real a la austeridad, y que puede existir un
Gobierno progresivo y de izquierdas en Europa. Estamos trabajando para que los
ciudadanos se beneficien del sistema, y no que el sistema se aproveche de los
ciudadanos”, saca pecho el político. Galamba afirma que el secreto del éxito
del Gobierno entre antiguos rivales radica en las “negociaciones permanentes”.
“Hemos aprendido a apartar aquellos temas que nos dividen y trabajar desde
los puntos que tenemos en común, dialogando siempre. Es saludable comparar
posiciones y trabajar para llegar al consenso, no de manera puntual, sino de
manera permanente”.
No todos comparten el entusiasmo de Galamba. Teresa Leal, diputada del
conservador Partido Social Demócrata (PSD) , advierte que los datos económicos
favorables podrían ser puntuales, y que "el rumbo general de la izquierda
no es responsable".
"Seguimos discordando con las políticas del Gobierno, pues por mucho
que alegren a los comunistas nacionalizando los transportes y
rapartiendo fondos públicos de manera irresponsable, está mal: cada vez
que Portugal ha tirado por este camino en el pasado la cosa ha terminado en el
colpaso económico. Desde la oposición exigimos, de manera responsable,
políticas económicas que no estén condicionadas por los socios radicales del
Gobierno".
El columnista José Manuel Fernandes
también pide menos fuegos artificiales y más cautela, afirmando que entre
tantos supuestos éxitos "nos ahogamos entre tantas buenas noticias sin
darnos cuenta del hecho de que nos ahogamos". Desde el Observador, el periodista señala datos que sugieren que
los buenos resultados económicos han sido sobrevalorados, a la vez que destaca
el mal estado de los transportes públicos, la falta de medios en el Servicio
Nacional de Salud y los recortes en la investigación científica. "La gente
dice que todo va bien mientras haya pan, y así estamos viviendo, dejando los
problemas para otro momento [...] Entiendo que me llamen aguafiestas, pero es
que al final son mis hijos quienes pagarán la cuenta".
NUEVA AUTOESTIMA NACIONAL
El veterano columnista político Daniel Oliveira, del
diario progresista Expresso, opina que
la salud del Gobierno es buena porque refleja los deseos de la ciudadanía.
“Esta alianza es fruto de la presión electoral de los votantes de
izquierda, una presión que claramente faltó en España, en relación a Podemos y
al PSOE”, afirma el periodista. “La gente se sentía al borde del abismo y
sabían que si no se lograba un acuerdo en la izquierda ahora, estaríamos
condenados a sucesivos gobiernos de derecha dura”.
Hay una diferencia de carácter entre España y Portugal, y Pedro Sánchez no
tenía la experiencia política y capacidad de negociación de Costa como para
lograr superar la vanidad de Pablo Iglesias
Oliveira opina que la economía lusa no ha cambiado radicalmente durante
este último año, pero el dinero público se gestiona de otra manera. “Llega
mucho más lejos. Este Gobierno se mueve entre los límites que le impone
Bruselas por un lado y la izquierda por el otro, pero está logrando ayudar a
los más necesitados con lo poco que tiene”.
El periodista señala que el cambio más
evidente ha sido en la autoestima nacional. “Passos Coelho era un cura, siempre
enunciando sermones severos contra los portugueses, criticándonos, asegurando
que nos habíamos buscado esta mala fortuna. Siempre buscaba contentar a
Bruselas. Costa es mucho más optimista y muestra empatía con el pueblo. Y en
vez de intentar ser el alumno perfecto, insiste en negociar con
Bruselas y buscar soluciones favorables para nosotros, incluso
si eso implica que la Comisión se enfade”.
“Es trágico que esto no se
haya logrado en España, pues Portugal servía de referente
alternativo perfecto. Claro, hay una diferencia de carácter entre los dos
pueblos, y [Pedro] Sánchez no tenía la experiencia política y capacidad de
negociación de Costa como para lograr superar la vanidad de [Pablo] Iglesias”.
UN CAMBIO DE RUMBO
A pie de calle quienes más han notado cambios durante este último año son
los funcionarios públicos, los pensionistas, y las personas más afectadas por
la crisis, que se han podido beneficiar de nuevas ayudas sociales y el aumento
del salario mínimo. La arquitecta lisboeta Rita Félix reconoce que no
forma parte de esos grupos pero siente que se ha registrado un “cambio de
rumbo” que notan todos los portugueses.
“Yo no voté a este Gobierno, ni a los
partidos que lo apoyan, y cuando se unieron pensé que la iban a liar… Pero en
la prensa veo que va mejorando la economía, y entre el boom del turismo y la reducción de los impuestos
la gente empieza a tener más dinero. Se siente cómoda saliendo a tomar una copa
o comprar ropa, y eso está muy bien".
"Vivimos con menos miedo. No es que sea el paraíso, pero comparado con
cómo vivíamos hace cinco años, o incluso hace 12 meses, creo que la cosa va
mejorando”.
El politólogo Nuno Garoupa opina que muchos portugueses probablemente se
sienten como Félix, en que notan menos tensión política y un sentido de mayor
bienestar incluso si las reformas del Ejecutivo no les afectan personalmente:
“El Gobierno sobrevive en un margen estrecho, pero factible, y la gente
entiende que la situación nacional ha mejorado. El país está menos polarizado,
y las encuestas demuestran que sigue aumentando el apoyo a los tres partidos
que apoyan al Ejecutivo mientras caen los números de los conservadores”.
En este primer aniversario del Gobierno Costa, el politólogo indica que no
existen motivos para dudar que la alianza no sea capaz de completar la
legislatura completa de cuatro años, siempre y cuando no intervengan factores
exteriores.
“Si cae este Gobierno, será por influencia exterior, por un cambio radical
en las reglas del BCE o algo que haga empeorar la economía. Pero dentro, el
país se ve beneficiado por una estabilidad impresionante", argumenta.
"Curiosamente, la crisis del Gobierno en España, y la resolución final del
segundo mandato de Rajoy probablemente influye en eso. Ven una elección entre
un pacto estable de la izquierda o la vuelta de una derecha desenfrenada,
obsesionada con la austeridad".
“Veo este Gobierno mucho más estable que
el español”, afirma Garoupa. “Hace un año había gente que temía la entrada de
‘radicales’ en el Ejecutivo, y ha pasado justo lo contrario: al llegar al
poder, los radicales se han hecho centristas, y se ha convertido en un ejemplo
de estabilidad de la izquierda que puede ser referente para el sur de Europa”.