CURRANTES
DEL HOSPITAL DE VALME
La sangre de Teresa Romero sí vale, su palabra no
La sangre de Teresa es un bien precioso para médicos, científicos, laboratorios y la administración. Y para toda la gente que está en riesgo de enfermar de ébola. Pero su palabra, su relato de la historia que ha padecido es continuamente cuestionado y ella vilipendiada y denigrada sin pudor.
Teresa Romero, sometida a presión en los últimos días y cuestionada por haberse retractado ante el juez tras un acuerdo con la médico de familia que la atendió al inicio de su enfermedad en Alcorcón, ha cumplido con la palabra dada nada más abandonar su convalecencia hospitalaria, tras haberse debatido entre la vida y la muerte infectada por el virus del ébola.
Y mientras aún continua la controversia sobre sus actos, ella ha respondido con hechos con la misma naturalidad sincera con la que se manifestaba al salir del hospital Carlos III y afirmaba que volvería a tratar enfermos infecciosos graves tal y como había hecho siempre, incluidos los del virus que casi le había arrebatado la vida.
Los hechos son claros y de ellos no hay retractación posible. Teresa ha donado sangre el pasado lunes, tal y como ha podido confirmar Irispress Magazine en su entorno familiar, y seguirá haciéndolo en los próximos días a pesar de su débil estado de salud y las evidentes secuelas emocionales y físicas por su enfermedad. Se trata de la sangre que podrá contribuir a la investigación sobre la enfermedad y ayudar a otros pacientes en nuestro país o en cualquier parte del mundo.
Teresa Romero sigue la estela de Paciencia Melgar
Teresa Romero sigue la estela de otra doble víctima de esta enfermedad, la hermana Paciencia Melgar, monja ecuatoguineana infectada junto a los dos misioneros españoles repatriados, pero abandonada en tierra por no poseer la nacionalidad española, y a la que se recurrió una vez que, contra todo pronóstico, se salvase y pudiese donar su sangre para tratar a García Viejo primero, y a Teresa Romero después.
El milagro de Teresa Melgar, cuyo tratamiento se redujo a su fe en la Virgen de Medjugorje una vez abandonada en un centro asistencial sin ninguna condición para asegurar su supervivencia, se repite con la auxiliar de enfermería Teresa Romero, vilipendiada por la misma administración que le negó el viaje a España a la monja, y que al igual que Paciencia, pone ahora su sangre al servicio de la investigación y de las personas.
De la palabra dada, Teresa no se retracta.
La sangre de Teresa es un bien precioso para médicos, científicos, laboratorios y la administración. Y para toda la gente que está en riesgo de enfermar de ébola. Pero su palabra, su relato de la historia que ha padecido es continuamente cuestionado y ella vilipendiada y denigrada sin pudor.
Teresa Romero, sometida a presión en los últimos días y cuestionada por haberse retractado ante el juez tras un acuerdo con la médico de familia que la atendió al inicio de su enfermedad en Alcorcón, ha cumplido con la palabra dada nada más abandonar su convalecencia hospitalaria, tras haberse debatido entre la vida y la muerte infectada por el virus del ébola.
Y mientras aún continua la controversia sobre sus actos, ella ha respondido con hechos con la misma naturalidad sincera con la que se manifestaba al salir del hospital Carlos III y afirmaba que volvería a tratar enfermos infecciosos graves tal y como había hecho siempre, incluidos los del virus que casi le había arrebatado la vida.
Los hechos son claros y de ellos no hay retractación posible. Teresa ha donado sangre el pasado lunes, tal y como ha podido confirmar Irispress Magazine en su entorno familiar, y seguirá haciéndolo en los próximos días a pesar de su débil estado de salud y las evidentes secuelas emocionales y físicas por su enfermedad. Se trata de la sangre que podrá contribuir a la investigación sobre la enfermedad y ayudar a otros pacientes en nuestro país o en cualquier parte del mundo.
Teresa Romero sigue la estela de Paciencia Melgar
Teresa Romero sigue la estela de otra doble víctima de esta enfermedad, la hermana Paciencia Melgar, monja ecuatoguineana infectada junto a los dos misioneros españoles repatriados, pero abandonada en tierra por no poseer la nacionalidad española, y a la que se recurrió una vez que, contra todo pronóstico, se salvase y pudiese donar su sangre para tratar a García Viejo primero, y a Teresa Romero después.
El milagro de Teresa Melgar, cuyo tratamiento se redujo a su fe en la Virgen de Medjugorje una vez abandonada en un centro asistencial sin ninguna condición para asegurar su supervivencia, se repite con la auxiliar de enfermería Teresa Romero, vilipendiada por la misma administración que le negó el viaje a España a la monja, y que al igual que Paciencia, pone ahora su sangre al servicio de la investigación y de las personas.
De la palabra dada, Teresa no se retracta.
La
sangre de Teresa Romero es un bien para médicos, científicos,
laboratorios y administración. Y para todos los que están en riesgo de
enfermar de ébola
irispress.es
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