1.- PIRATA
PIRATA es un partido político que forma parte del movimiento Pirata Internacional, presente en mas de 60 países.
- Declaración de los Derechos Humanos: Defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos.
- Democracia Participativa, de ahí que votar PIRATA, sea votarte a ti mismo.
- Red neutral y libre como base de desarrollo cultural, científico y de investigación, económico, y social.:
- Actualización de las leyes de patentes y de los derechos de autor.
2.- CONVOCATORIA CÍVICA
Manifiesto
Las personas que firmamos esta iniciativa no estamos dispuestas a resignarnos ante todo lo que nos está pasando.
Aspiramos a conseguir un Gobierno dedicado al servicio del bien común, a vivir en una auténtica democracia y a seguir disfrutando de los derechos sociales que hemos conquistado a lo largo de decenios y con mucho esfuerzo.
Queremos acabar con la corrupción porque no podemos seguir despertándonos cada mañana con un nuevo escándalo político, un nuevo recorte, una nueva arbitrariedad. No admitimos que quieran acostumbrarnos a convivir con la indecencia política. No aceptamos que la normalidad sea el clientelismo, el abuso y la mediocridad.
Queremos involucrarnos con la verdad, la justicia, los derechos cívicos, la defensa de las víctimas y la reparación que merecen y combatir la involución democrática que se agranda cada día en España de la mano del Partido Popular, la extrema derecha creciente y la jerarquía católica más reaccionaria.
Queremos que no se pierdan los avances en derechos cívicos e igualdad de género conseguidos por los movimientos sociales tras años de lucha.
Queremos que España sea de la gente común y que nos gobiernen políticos identificados con las personas honradas y bien preparadas que día a día, a base de decencia y eficacia, sacan adelante nuestra sociedad, los centros educativos, los hospitales, las empresas y la vida de millones de familias.
Queremos vivir en un país en el que la justicia sea igual para todos y en el que la ciudadanía intervenga de forma directa en el gobierno de los jueces, en donde no queden impunes quienes más culpa tienen en la generación y prolongación de la crisis. Queremos pedir responsabilidades a los que han depredado los bienes y las esperanzas de millones de personas.
Estamos ya hartos de que, con la excusa de Europa, España sufra un retroceso continuo en el bienestar y pierda derechos que costó decenios conquistar. Los gastos públicos y sociales de nuestro país han sido los más bajos de la Europa de los 15. No aceptamos que pertenecer al euro sólo implique la entrega de nuestras mejores riquezas, la destrucción de nuestra actividad productiva o el abandono de nuestra soberanía política en manos de los grandes especuladores. Buscamos una integración de fuerzas europeas que conviertan la Unión en lo que siempre debió ser: un proyecto al servicio de los ciudadanos.
Queremos acabar con la manipulación constante de los medios públicos y asegurar que dejen de estar al servicio de los partidos o del Gobierno de turno porque esa es una de las causas principales de la degradación democrática que estamos sufriendo.
Hay otro camino
Tenemos los conocimientos y preparación suficientes para afirmar con seguridad y convicción que, en contra de lo que se empeñan en decirnos, hay otras alternativas, cuya adopción permitiría superar la frustración ante el bloqueo económico y la degeneración de nuestra vida política. Sabemos que podemos enderezar el rumbo de nuestra economía. Ni nos resignamos ni estamos dispuestos a padecer en silencio las secuelas de un mal gobierno que aplica sin cesar medidas tan injustas como ineficaces contra la inmensa mayoría. Ya hemos llegado demasiado lejos y es el momento de acabar con su incompetencia y servidumbre.
Sabemos que lo podemos hacer y queremos hacerlo juntos.
En primer lugar, debemos acabar con los privilegios de los banqueros. Es necesario garantizar la financiación, disponiendo de entidades públicas que concedan créditos de bajo interés a las empresas.
Es posible aumentar los ingresos privados y públicos para que se reactive la economía, aunque eso obliga a repartir la riqueza de otro modo, frenando su concentración en pocas manos, aumentando el salario mínimo, reduciendo la factura hipotecaria de millones de familias y reformando el sistema fiscal para combatir el fraude y la evasión fiscal.
Es posible replantear el pago de nuestra deuda y hacer frente al fundamentalismo que imponen en Europa los grandes financieros. Incluso, si hiciera falta, podemos replantearnos los términos de nuestra pertenencia al euro y a las instituciones europeas.
Sabemos que se puede evitar el padecimiento diario de millones de personas y la paralización de la vida económica, generando confianza en los inversores a la hora de elegir España. Aunque para ello resulta imprescindible ofrecer una seguridad jurídica consolidada, exigente en la persecución de la especulación, los aprovechamientos ilícitos y las agresiones al medio ambiente y la naturaleza.
Sabemos que es posible mantener los servicios públicos de salud universal, educación, pensiones o atención a la dependencia, garantizar el derecho a la vivienda o disponer de un potente sistema de ciencia y tecnología siempre que no se busque -como ahora- convertirlos en negocios privados. No sólo es posible, sino que sabemos que sólo así se puede garantizar el desarrollo y la sostenibilidad de nuestra economía para el bienestar social.
Sabemos que se puede eliminar la corrupción si se adoptan para ello medidas drásticas, un mecanismo ágil de investigación y sanción en el ámbito administrativo, con participación ciudadana, y un mecanismo eficaz de investigación y enjuiciamiento en el ámbito penal. Deben pedirse responsabilidades a quienes han mentido y robado y a quienes tomaron a sabiendas decisiones injustas que han arruinado a tantos españoles. Deben aprobarse leyes que garanticen que la ciudadanía sea representada directa y fielmente en las instituciones públicas (y no sólo a través de las cuotas de partidos), porque esa es la mejor manera de acabar con el clientelismo que mueve con cada cambio de gobierno a familias completas, amistades y patrocinados varios a cambio de sumisión.
Llamamiento al compromiso ciudadano
Sabemos que es posible actuar de otro modo y resolver los problemas económicos y sociales que tenemos planteados. Pero es necesario que las respuestas elegidas no estén, como hasta ahora, pensadas sólo en beneficio de grupos empresariales y financieros muy minoritarios. Y para ello es imprescindible que todas las personas de diversas ideologías y sensibilidades políticas o sociales nos pongamos de acuerdo para forjar una amplia y eficaz mayoría que dé una respuesta contundente, democrática y pacífica a la agresión que estamos sufriendo. Para conseguirlo resulta necesario abrir un proceso de diálogo y convergencia social, lo más amplio posible, asentado en medidas precisas que se orienten a la regeneración política y la reactivación económica.
Por eso hacemos este llamamiento solicitando a la ciudadanía que se comprometa de forma responsable en la construcción de una alternativa política y social basada en los principios de igualdad real, participación, diversidad, pluralidad y defensa de los derechos humanos.
Convocamos a todas las personas y organizaciones sociales y políticas -muy especialmente a las que ya actúan con una importante representación ciudadana y resolviendo problemas directos de los afectados-, para que se manifiesten en favor del diálogo. Que abran en todas las esquinas y caminos de España, en las ciudades y en el campo, en todos y cada uno de los sectores que integran la sociedad democrática, un proceso de confluencia y unidad que, con el amparo de la máxima movilización ciudadana, culmine en la alternativa que ponga fin al drama que estamos viviendo.
3.- PATIDO X
Red Ciudadana Partido X, el Partido del Futuro
La X es una incógnita. Representa a quien cambie completamente la idea de “partido” para establecer una democracia verdadera. ¿Ningún partido lo va a hacer? Entonces la X representa a la ciudadanía, la Red Ciudadana que los echará de sus asientos.Es la Red Ciudadana que gana porque aplica el programa que permite instaurar una verdadera democracia con la que la gente pueda defender sus intereses.
La Red Ciudadana Partido X entra en el parlamento, abre sus puertas y devuelve directamente el poder soberano a las personas a través del cumplimiento de todos los puntos de su programa: la Democracia y Punto.
Desde entonces, cualquier persona tiene la posibilidad de mejorar y votar directamente las leyes que le afectan o de proponerlas mediante Iniciativas Legislativas Populares, y referéndums vinculantes.
Las leyes se elaboran en internet o en espacios habilitados permanentemente en instituciones públicas (oficinas de correo, ayuntamientos, etc…) a la vista de todos, y todo el mundo puede aportar, sin necesidad de ser una corporación multinacional, como se lleva haciendo en Porto Alegre desde el lejano 2003 o en Islandia con la reciente Wikiconstitución (2011).
Así pues, la élite política tal y como era conocida en el antiguo régimen desaparece, siendo sustituida por unos empleados-públicos-electos que recopilan y ejecutan de la forma más eficaz posible las soluciones creadas por el saber experto de la sociedad.
En el futuro nos va francamente bien. La vida vale la pena porque, la verdad, se vive muy a gusto: se trabaja lo justo y bien, porque hemos eliminado gastos superfluos e innecesarios como los de mantener a los patológicamente ricos, tenemos casa, nuestros futuros ciudadanos reciben una formación moderna y adecuada y son sanos. Al haber eliminado estas preocupaciones que lastraron el avance de las generaciones pasadas, nos dedicamos a emprender y ejercer nuestras habilidades e intereses de forma colaborativa generando avances sostenibles que no hacen sino aumentar el bienestar general de forma imparable.
El Futuro ha llegado y no está nada mal.
Porque no hay mejor futuro que un buen presente.
4.- ASOCIACIÓN DRY
Manifiesto
(incluído en la declaración de principios de DRY)
MANIFIESTO DE “DEMOCRACIA REAL YA”
Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean.
Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… En definitiva, somos “los de abajo” —ciudadanos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor— y estamos unidos frente a los de “arriba”: los políticos corruptos, grandes empresarios, banqueros…
Por ello sostenemos firmemente lo siguiente:
- Es necesario comprometerse para buscar soluciones en torno a todo aquello que nos perjudica por igual. Por este motivo hemos decidido aparcar nuestras diferencias y sostenemos, como valores fundamentales, nuestro apartidismo, asindicalismo y pacifismo ante la situación que denunciamos.
- No buscamos ningún beneficio personal. Somos ciudadanos que creen en un proyecto común, altruista, sin ánimo de lucro, en el que pueda participar cualquier persona que quiera comprometerse.
- Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad de oportunidades, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas.
- No se puede admitir el proceso de degradación de los derechos de las personas, especialmente de los más débiles, aquellos que tienen pocos recursos económicos, la mediocrización y estandarización de la cultura y el conocimiento, así como la desregularización absoluta de los mercados financieros y el apoyo por pasividad a las transacciones puramente especulativas.
- Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz.
- La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno) así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas de PP y PSOE y sus estáticas cúpulas.
- Es inaceptable la capacidad de condicionar e imponer decisiones políticas sobre nuestro país —que deberían tomarse en parlamentos u otros organismos compuestos por representantes del pueblo— que tienen organizaciones supranacionales, sobre las que la población no puede ejercer ningún tipo de control. Se trata de un auténtico atentado a la soberanía del pueblo.
- El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto, hasta el colapso.
- La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices.
- Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades. Somos anónimos, pero sin nosotros nada de esto existiría, pues nosotros movemos cada nación.
- El mundo avanza hacia un sistema donde las grandes empresas cada vez ganan más beneficios y necesitan menos gente para producir, reduciendo a aquellos que no encuentran su sitio a la precariedad, la pobreza y el olvido.
- Los medios de manipulación y propaganda, junto a una educación que no busca la formación en aspectos humanos fundamentales, como el pensamiento crítico y la inteligencia emocional, evita que nos sensibilicemos ante la decadencia del sistema en que vivimos y se fomente un sentimiento de insignificancia e inseguridad.
- Si como sociedad aprendemos a no fiar nuestro futuro a una abstracta rentabilidad económica que nunca redunda en beneficio de la mayoría, podremos eliminar los abusos y carencias que todos sufrimos.
Por todo lo anterior, estoy indignado.
Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Es hora de construir entre todos un proyecto de país ilusionante, que redunde en una sociedad mejor.
Creo que puedo cambiarlo.
Creo que puedo ayudar.
Sé que unidos podemos.
Sal con nosotros. Es tu derecho.
5.- PODEMOS
Mover ficha
Convertir la indignación en cambio político
Al igual que en otros momentos de la historia, vemos hoy un
continente europeo sumido en la perplejidad. Mientras las mayorías
miran con nostalgia el pasado perdido, unas poderosas minorías, sin
otro criterio que su propia supervivencia, demuestran que el
enriquecimiento es su bandera y la impunidad su horizonte. Nunca en Europa ha habido tanta gente descontenta
con la pérdida de derechos y, al tiempo, menos perspectivas de poder
canalizar esa indignación a través de alguna opción electoral que
emocione y que, al tiempo, demuestre capacidad de representación de las
mayorías golpeadas y capacidad de gestión eficiente y comprometida
que haga reales las mejores opciones posibles. Resulta para muchos
intolerable que en la mayor crisis del sistema desde el crack de 1929,
las fuerzas que se dicen progresistas muestren su mayor debilidad,
condenando a las mayorías de nuestros países a una suerte de
melancolía que conduce a la resignación y a la depresión política.
Pero hemos pasado por peores momentos y hemos sido capaces de
sobreponernos a las dificultades. ¿Por qué debiera ser ahora
diferente?
Las elecciones al Parlamento Europeo se van a celebrar en un momento de profunda crisis de legitimidad de la Unión Europea. En nuestro caso, estamos ante la mayor pérdida de credibilidad del régimen nacido con la Constitución de 1978. Movimientos de indignación política como el 15M conectaron con una clara voluntad popular: no sacrificar más derechos en el altar de unos mercados guiados por la especulación y la rapiña. La impotencia o dejación de responsabilidades de los Gobiernos, la incapacidad voluntaria de los partidos políticos de gobierno, la conversión de los Parlamentos en órganos burocráticos y sin capacidad política y el desconcierto de los sindicatos han dejado a la ciudadanía abandonada a su propia suerte. Como en tantos otros países, la perplejidad está siendo utilizada para convertir las deudas privadas en públicas, para traspasar a grupos particulares los bienes comunes levantados durante décadas y para dedicar los últimos recursos públicos a la financiación de intereses empresariales particulares y estrechos. Estamos ante un golpe de Estado financiero contra los pueblos del sur de la Eurozona. Los que mandan están vendiendo el país y nuestro futuro a trozos. El aumento de la represión (con leyes más autoritarias, incremento de las multas en un escenario de empobrecimiento económico e, incluso, dificultades para el ejercicio de derechos civiles y políticos) termina de completar un paisaje dominado por el agravamiento de las desigualdades sociales y de género y una mayor depredación de los recursos naturales. No es extraño el pesimismo y el derrotismo que parecen mostrar sectores a los que, sin embargo, les bastará una chispa de ilusión para salir de esa trampa de la desesperanza.
Las leyes de seguridad ciudadana (que convierten en delito las formas de protesta inauguradas por el 15M), el regreso de la represión contra la libertad de las mujeres, el cercenamiento de la democracia en los ámbitos políticos locales, el mayor control de los medios de comunicación o el control de la judicatura quieren crear un escenario donde el miedo suspenda la democracia. Formas que caminan hacia regímenes autoritarios envueltos en procesos electorales cada vez más vaciados de contenido. ¿Tiene sentido que el 90% de la población que está sufriendo estas políticas no se dote de herramientas para crear un futuro más luminoso?
Pero no es cierto que estemos instalados en la derrota. Pese a esos intentos, vemos que ese muro no es infranqueable y que, desde abajo, es posible frenar estos procesos de involución de nuestras democracias. Hoy es una realidad nuestra exigencia de una política que regrese a las calles, que hable como la mayoría de la gente que está harta, es más real que nunca nuestra exigencia de una mayor generosidad a los representantes, de una mayor horizontalidad y transparencia, de un regreso de los valores republicanos de la virtud pública y la justicia social, del reconocimiento de nuestra realidad plurinacional y pluricultural. Hacía décadas que no era tan real nuestro deseo de tomar nuestras propias decisiones y responder a nuestras propias preguntas. La casta nos conduce al abismo por su propio beneficio egoísta. Sólo de la ciudadanía puede venir la solución, como han venido la protección del empleo, la defensa de las familias frenando desahucios o la garantía de los servicios públicos, pequeñas pero significativas victorias. La movilización popular, la desobediencia civil y la confianza en nuestras propias fuerzas son imprescindibles, pero también lo es forjar llaves para abrir las puertas que hoy quieren cerrarnos: hacer llegar a las instituciones la voz y las demandas de esa mayoría social que ya no se reconoce en esta UE ni en un régimen corrupto sin regeneración posible.
En las próximas elecciones al Parlamento Europeo es necesario que haya una candidatura que se ofrezca a la ola de indignación popular que asombró al mundo. Nos alegramos del avance de las fuerzas de la izquierda, pero somos conscientes de la necesidad de hacer algo más para poner en marcha los cambios que necesitamos. Es tiempo de valentía y de no dejar que se cierre la ventana de oportunidad que el compromiso de tanta buena gente ha abierto. Necesitamos una candidatura unitaria y de ruptura, encabezada por personas que expresen nuevas formas de relacionarse con la política y que suponga una amenaza real para el régimen bipartidista del PP y del PSOE y para quienes han secuestrado nuestra democracia. Una candidatura que sume a la capacidad de gestión de lo público, la capacidad de involucrar a las mayorías en la configuración de su propio futuro. Una candidatura que dé respuesta a esa juventud a la que se invita a abandonar otra vez el país, a unos trabajadores que ven mermados día a día sus derechos, unas mujeres que tienen que volver a reclamar lo obvio, unas personas mayores a las que parece no haberles bastado luchar y trabajar toda una vida. Una candidatura que avance desde los espacios ya logrados y que logre avanzar más allá de la parálisis actual. Una candidatura que mueva ficha para convertir el pesimismo en optimismo y el descontento en voluntad popular de cambio y apertura democrática.
Las elecciones al Parlamento Europeo se van a celebrar en un momento de profunda crisis de legitimidad de la Unión Europea. En nuestro caso, estamos ante la mayor pérdida de credibilidad del régimen nacido con la Constitución de 1978. Movimientos de indignación política como el 15M conectaron con una clara voluntad popular: no sacrificar más derechos en el altar de unos mercados guiados por la especulación y la rapiña. La impotencia o dejación de responsabilidades de los Gobiernos, la incapacidad voluntaria de los partidos políticos de gobierno, la conversión de los Parlamentos en órganos burocráticos y sin capacidad política y el desconcierto de los sindicatos han dejado a la ciudadanía abandonada a su propia suerte. Como en tantos otros países, la perplejidad está siendo utilizada para convertir las deudas privadas en públicas, para traspasar a grupos particulares los bienes comunes levantados durante décadas y para dedicar los últimos recursos públicos a la financiación de intereses empresariales particulares y estrechos. Estamos ante un golpe de Estado financiero contra los pueblos del sur de la Eurozona. Los que mandan están vendiendo el país y nuestro futuro a trozos. El aumento de la represión (con leyes más autoritarias, incremento de las multas en un escenario de empobrecimiento económico e, incluso, dificultades para el ejercicio de derechos civiles y políticos) termina de completar un paisaje dominado por el agravamiento de las desigualdades sociales y de género y una mayor depredación de los recursos naturales. No es extraño el pesimismo y el derrotismo que parecen mostrar sectores a los que, sin embargo, les bastará una chispa de ilusión para salir de esa trampa de la desesperanza.
Las leyes de seguridad ciudadana (que convierten en delito las formas de protesta inauguradas por el 15M), el regreso de la represión contra la libertad de las mujeres, el cercenamiento de la democracia en los ámbitos políticos locales, el mayor control de los medios de comunicación o el control de la judicatura quieren crear un escenario donde el miedo suspenda la democracia. Formas que caminan hacia regímenes autoritarios envueltos en procesos electorales cada vez más vaciados de contenido. ¿Tiene sentido que el 90% de la población que está sufriendo estas políticas no se dote de herramientas para crear un futuro más luminoso?
Pero no es cierto que estemos instalados en la derrota. Pese a esos intentos, vemos que ese muro no es infranqueable y que, desde abajo, es posible frenar estos procesos de involución de nuestras democracias. Hoy es una realidad nuestra exigencia de una política que regrese a las calles, que hable como la mayoría de la gente que está harta, es más real que nunca nuestra exigencia de una mayor generosidad a los representantes, de una mayor horizontalidad y transparencia, de un regreso de los valores republicanos de la virtud pública y la justicia social, del reconocimiento de nuestra realidad plurinacional y pluricultural. Hacía décadas que no era tan real nuestro deseo de tomar nuestras propias decisiones y responder a nuestras propias preguntas. La casta nos conduce al abismo por su propio beneficio egoísta. Sólo de la ciudadanía puede venir la solución, como han venido la protección del empleo, la defensa de las familias frenando desahucios o la garantía de los servicios públicos, pequeñas pero significativas victorias. La movilización popular, la desobediencia civil y la confianza en nuestras propias fuerzas son imprescindibles, pero también lo es forjar llaves para abrir las puertas que hoy quieren cerrarnos: hacer llegar a las instituciones la voz y las demandas de esa mayoría social que ya no se reconoce en esta UE ni en un régimen corrupto sin regeneración posible.
En las próximas elecciones al Parlamento Europeo es necesario que haya una candidatura que se ofrezca a la ola de indignación popular que asombró al mundo. Nos alegramos del avance de las fuerzas de la izquierda, pero somos conscientes de la necesidad de hacer algo más para poner en marcha los cambios que necesitamos. Es tiempo de valentía y de no dejar que se cierre la ventana de oportunidad que el compromiso de tanta buena gente ha abierto. Necesitamos una candidatura unitaria y de ruptura, encabezada por personas que expresen nuevas formas de relacionarse con la política y que suponga una amenaza real para el régimen bipartidista del PP y del PSOE y para quienes han secuestrado nuestra democracia. Una candidatura que sume a la capacidad de gestión de lo público, la capacidad de involucrar a las mayorías en la configuración de su propio futuro. Una candidatura que dé respuesta a esa juventud a la que se invita a abandonar otra vez el país, a unos trabajadores que ven mermados día a día sus derechos, unas mujeres que tienen que volver a reclamar lo obvio, unas personas mayores a las que parece no haberles bastado luchar y trabajar toda una vida. Una candidatura que avance desde los espacios ya logrados y que logre avanzar más allá de la parálisis actual. Una candidatura que mueva ficha para convertir el pesimismo en optimismo y el descontento en voluntad popular de cambio y apertura democrática.
- Una candidatura por la recuperación de la soberanía popular: es la ciudadanía la que tiene que decidir, no la minoría egoísta que nos ha traído hasta aquí. Primero van las necesidades de la gente. La austeridad y los recortes ahogan la economía y nuestras vidas. Hay que derogar el artículo 135 de la Constitución española y una moratoria para llevar a cabo una auditoría ciudadana de la deuda qué determine qué partes de la misma no son legítimas; las deudas ilegítimas no se pagan. Es necesario una política alternativa que establezca un impuesto sobre las transacciones financieras y el control sobre el movimiento de capitales, así como la nacionalización de la banca privada. Las administraciones que en nuestro país han asumido las recetas de la austeridad son la prueba de la inutilidad de las mismas para resolver los problemas de la gente. Queremos una candidatura que se opone por tanto a los recortes que en nombre de la austeridad se aplican por parte del Gobierno del PP en el Estado pero también por parte del PSOE y otros partidos en diferentes Comunidades Autónomas. Queremos otra Europa, justa, la de los derechos y la democracia, no la de la rapiña y el desprecio a los pueblos
- Una candidatura que, frente a unos gobiernos al servicio de la minoría del 1% reivindique una « democracia real » basada en la soberanía de los pueblos y en su derecho a decidir su futuro libre y solidariamente. La democracia no nos da miedo a las y los demócratas; estamos encantados y encantadas de que escoceses y catalanes puedan hablar y decir qué futuro desean. Por tanto, que apoya la celebración de la consulta convocada en Catalunya para el 9 de noviembre.
- Una candidatura que defienda los salarios y pensiones dignas, una fiscalidad progresiva para que paguen más los que más tienen, que persiga el fraude fiscal, que rechace los despidos en empresas con beneficios, y que apueste por el reparto de todos los trabajos, incluido el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Es fundamental defender condiciones de trabajo dignas para una juventud condenada a la precariedad eterna o al exilio.
- Una candidatura por el derecho a la vivienda digna. Hay que impulsar un parque de vivienda pública, así como un modelo de alquiler social seguro y digno. Se puede y se debe terminar con el drama humano de los desahucios, paralizándolos todos y aprobando la dación en pago retroactiva, como exige la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
- Una candidatura que rechace todas las privatizaciones de servicios públicos y bienes comunes: la educación, la sanidad, la justicia, el transporte, la información, la vivienda o la cultura, que defienda la reversión de las mismas y apueste por su gestión democrática. Son derechos y deben estar bajo control público. Una candidatura que defienda una democracia radical donde los referéndums vinculantes y las ILP formen parte destacada de un nuevo ordenamiento jurídico tras un proceso constituyente.
- Una candidatura que combata la violencia machista y defienda el derecho de las mujeres sobre su propio cuerpo y, por lo tanto, el derecho a decidir si quieren interrumpir o no su embarazo. Y que defienda asimismo la libertad de orientación e identidad sexual contra toda forma de discriminación y homofobia. Una candidatura por el inquebrantable derecho a ser y amar como se quiera.
- Una candidatura que apueste por un cambio de modelo productivo que esté al servicio de las personas a través de una reconversión ecológica de la economía, por la nacionalización y socialización de las empresas energéticas y por la soberanía alimentaria.
- Una candidatura que defienda los derechos de ciudadanía para todos y todas y exija la derogación de las leyes de extranjería. Una candidatura para un país donde todas y todos seamos ciudadanos y nadie sea invisible, presa de la sobreexplotación, la persecución o la marginalidad por la xenofobia institucional.
- Una candidatura que rechace las intervenciones militares, que defienda la salida de la OTAN y sea firme defensora de las relaciones solidarias entre los pueblos.
- Una candidatura que sea el resultado de un proceso participativo abierto a la ciudadanía, en la elaboración de su programa y en la composición de la lista paritaria, basada en los criterios de presencia de activistas sociales, políticos y culturales, con rotatividad de cargos e ingresos equivalentes al salario medio. Una candidatura con compromiso de transparencia y rendimiento de cuentas, cuyos recursos financieros sean independientes de la banca privada y de los “lobbies”.
6.- ASAMBLEA CIUDADANA DE SEVILLA
MANIFIESTO
EL CAMBIO QUE VIENE
¿QUÉ NOS ESTÁ PASANDO?El País se va a pique y la ciudadanía de a pie nos hundimos con él, mientras una minoría quiere salvarse a costa del resto.
Quienes mandan, aquí y en Europa, no atienden las necesidades de la gente, sino a los intereses de las grandes fortunas. Nos dicen que no hay suficiente dinero para mantener las escuelas, los hospitales o las pensiones, sin embargo, firmaron un rescate financiero de más de cien mil millones de euros para salvar a la banca, que tendremos que devolver con creces.
La devolución de este rescate, y los que pudieran venir, nos dejarán una inmensa deuda que afectará gravemente a las próximas generaciones.
Nuestras condiciones de vida, tanto las que dependen de los servicios públicos como las que dependen de nuestro trabajo o negocio, empeoran con el tiempo. A muchas personas nos resulta muy difícil sobrevivir cada día.
La reforma constitucional de Septiembre del 2011 condiciona los presupuestos generales del estado al priorizar el pago de la deuda. Su consecuencia más visible es el recorte en otros gastos más urgentes y necesarios.
Lo llaman crisis, pero en realidad es un plan muy bien orquestado desde los organismos financieros internacionales, que quienes nos gobiernan aceptan, con el que están convirtiendo la deuda privada del sistema financiero en deuda pública.
Sólo el pueblo sentimos las consecuencias de aceptar los mandatos de la tristemente famosa Troika, de la UE y de los mercados: aumento del paro, bajada de salarios, quiebra de los autónomos, pérdida de poder adquisitivo, desahucios, en definitiva, pobreza, un empobrecimiento que se palpa en las calles.
Miles de personas defendemos nuestro derecho a una vida digna. Por todas partes nos juntamos, salimos a la calle y proponemos soluciones, pero una y otra vez comprobamos que quienes gobiernan no escuchan y mantienen una política que sólo ofrece más dolor y más desesperanza.
A pesar de todo seguimos en pie. Cada día que amanece buscamos la manera de cuidarnos y cuidar de nuestra gente, de tener una palabra de consuelo o de dar una alegría a quien lo necesita. No nos quitarán las ganas de seguir disfrutando de la vida, ni la esperanza y el sueño de construir un mundo mejor.
¿TIENE ESTO ARREGLO?
Claro que sí, tenemos recursos naturales diversos, aunque finitos, y potencial humano suficiente para alcanzar una vida digna sin alterar el equilibrio de la naturaleza. Tan sólo necesitamos modificar los hábitos de vida, y sobre todo, de consumo. Pero también las decisiones tienen que cambiar de mano.
¿CÓMO PODEMOS SALIR DE ESTA SITUACIÓN?
Con más y mejor democracia. Con nuevas reglas del juego que nos permitan encarar los problemas detectados.
Ahora se trata de unirnos, organizarnos y tomar las riendas. Con unidad debemos movilizarnos y proponer nuevos caminos que nos hagan recobrar las fuerzas, para sustituir esta democracia gastada por otra que garantice nuestra participación en la toma de las decisiones que tanto nos afectan. A este camino le llamamos proceso constituyente.
¿PERO QUÉ MÁS PODEMOS HACER?
Podemos ponernos de acuerdo en unas propuestas comunes que nos saquen del agujero en el que nos hallamos, y dejar claro cuál es la voluntad de la mayoría. En otros países se ha hecho y aquí no somos menos.
Cada vez que una parte del pueblo protesta, recibe la misma contestación: “tenéis derecho a protestar, pero no podéis imponernos vuestra opinión, porque la mayoría nos ha elegido para gobernar”. Una y otra vez chocamos contra ese muro que amenaza con dejarnos sin fuerza. Ha llegado la hora de derribarlo, ha llegado la hora de dejar claro, no sólo en las calles, sino también en las urnas y con máxima unidad, cuál es la voluntad de esta nueva mayoría, hasta este día, muda para los oídos del poder.
Nos toca hacerlo en Sevilla, pero sabemos que esta iniciativa está naciendo también por todo el país. Estamos en el mismo barco y nos necesitamos, así que conforme nos vayamos organizando en diferentes ciudades y pueblos, sumaremos fuerzas para este mismo fin.
¿QUÉ PROPUESTAS NECESITAMOS?
Sencillas y comunes a la mayoría de la gente.
Dos cosas están claras para iniciar este camino:
Hacen falta nuevas leyes que permitan la participación directa de la ciudadanía en las decisiones que nos afectan, que garanticen la igualdad de todas las personas en la elección de quienes nos gobiernen y el respeto a las decisiones emanadas del pueblo por parte de las instituciones.
Es necesario también asegurar a todas las personas unas condiciones básicas de vida, que nos libren de la angustia de la supervivencia, y que nos permitan ejercer nuestros derechos civiles, políticos, económicos y sociales, con tranquilidad y libertad.
Algunos asuntos que nos parecen importantes:
Queremos que se promueva una auditoría que explique cuál es la deuda legítima y cuál la ilegítima que sirvió para salvar a la banca y financiar el fraude fiscal de la gente más rica.
Sabemos que las actuales instituciones y normativas europeas no nos van a permitir una salida democrática de la crisis.
Es necesario garantizar un mínimo vital para todos y todas. Defendemos los servicios públicos que garantizan los derechos de las personas así como, la creación de nuevos servicios que garanticen aquellos que hoy no están cubiertos.
Realizar las reformas legales oportunas para que la corrupción que estamos padeciendo sea perseguida con todo el rigor posible, así cómo dotar de los medios necesarios a los servicios de inspección para combatir el fraude fiscal y la violación de derechos laborales y sociales de forma que no vuelva a preocuparnos en el futuro próximo.
Decidir las medidas concretas necesarias para conseguir hacer de nuestro mundo un espacio de respeto, solidaridad, justicia social y económica será una tarea en la que participará toda la población a lo largo de este camino.
¿CÓMO LO VAMOS A HACER?
Se trata, antes que nada, de seguir peleando haciéndonos cada día más capaces de mejorar nuestras vidas. Pero no basta con eso. Debemos también prepararnos para convertir las próximas elecciones en esta voluntad de cambio, que haga realidad otra democracia y nos permita construir la vida que queramos. Sabemos que la movilización ciudadana es condición indispensable para conseguirlo. Pero también sabemos que debe ser la ciudadanía a través de una consulta democrática, la que diga la última palabra.
Nuestro propósito es contribuir al nacimiento de una nueva sociedad mediante la construcción de una alternativa que permita expresar la voluntad de cambio de la mayoría social en las próximas consultas electorales.
Nuestro único objetivo es proponer una candidatura unitaria y ciudadana con todas aquellas personas y organizaciones que deseen cambiar la situación que padecemos. Esto será posible poniendo en práctica una plataforma electoral compuesta por personas propuestas por la ciudadanía y sometidas a selección tipo primarias.
Una candidatura unitaria y ciudadana que gane en las urnas el derecho de alcanzar más y mejor democracia para conseguir una vida decente.
¿Y YO QUE PUEDO HACER?
Tú eres la pieza que lo cambia todo, el grano de arena que forma la playa. Antes que nada, conserva la esperanza y la alegría. Mantén tu lucha por la dignidad, acompáñanos en la construcción de esta iniciativa, reparte este sencillo mensaje que tienes en tus manos. Habla con la gente de tu barrio, de tu trabajo, de tu asociación o club, allá donde te encuentres, para que también lo hagan. Participa, opina, debate y hazlo siempre con respeto y unidad. Si esta cadena sigue, en unos meses seremos miles o millones, y en poco tiempo levantaremos la cabeza con orgullo y dignidad, porque habremos sido capaces, la inmensa mayoría ciudadana, de cambiar las cosas cuando todo parecía perdido.
VAMOS A REFUNDAR LA DEMOCRACIA
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