EL MUNDO
SOPLA TERRAL
El SAS, en observación
Muchos médicos llegarán hoy a los hospitales del SAS más contentos. No les han subido el sueldo, no les han puesto más medios, pero, José Luis Gutiérrez, gerente del SAS, ya no está. Disuelta queda la mesa camilla desde la que regía el organigrama con sede en Sevilla. Era lógico. No estaba ya su íntima amiga, la consejera hoy de Hacienda, María Jesús Montero. Nunca la salud andaluza estuvo más alejada del mérito y de la capacidad en sus mandos. Y ya es decir.
Quien suceda a Gutiérrez se va a encontrar con una plantilla de médicos desmotivados, mal pagados y que, pese a eso, cumplen. Médicos de 40 años -obvio el femenino, pero son muchas- que no han sabido en su vida laboral lo que es un trabajo estable, a los que se les hacen contratos de meses o incluso de días. En centros de salud y en servicios de cirugía cardiaca. Personal que ha ido viendo cómo crecían las ramas del bosque administrativo, mientras se podaba por donde más duele, o sea, en lo que afecta a los enfermos. Residentes brillantes que ven cómo los jefes de unidades clínicas -cargos a los que pueden optar ATS- son nombrados en un paripé para disimular el dedo que apunta casi siempre al dócil y al mediocre. Mientras, a los mejores, se les ha puesto ahora en la tesitura de tener que elegir medicina privada o pública, al aplicarles una norma que hace incompatible las dos en las jefaturas. Puede pasar que se vayan a la privada y dejen así huérfana a la pública, a los enfermos y a los residentes.
En la peor privada, mientras, se operan las listas de espera de la pública. Jugadas que ocultan porque ya se sabe que la Comunidad de Madrid es la única maligna que privatiza con amiguetes. Conciertos, los de aquí, en clínicas donde, oh casualidad, aterrizan antiguos cargos directivos del SAS. Clínicas donde también van a parar familias que no pueden aguantar la incertidumbre, las molestias, el dolor de una lista de espera de meses. La opacidad sobre los plazos es otra de las herencias que deja Gutiérrez. Nunca han sido mucho de fiar, como demostró la valiente médico de Granada Socorro Ricoy, acosada por el SAS.
Después de décadas en las que se abrieron servicios sin atender a los criterios de coste-eficacia, ahora el SAS intenta unificarlos por obra y gracia del BOJA. En Granada, el imponente hospital Clínico nuevo lleva años cerrado. Málaga espera el relevo a las obras de Franco en el Carlos Haya, hoy hospital regional a secas. Los enfermos de salud mental tienen un drama en cada casa.
El sucesor de Gutiérrez tiene mucho que mejorar para mantener un sistema que se tambalea en «Observación». Debería empezar por despejar el bosque administrativo. Podría proseguir escuchando a los médicos. Valorar que tiene a los mejores universitarios de los últimos 15 años en sus plantillas. Vocacionales. Esos profesionales deben tener por encima gente a la que respetar. Porque sean iguales o mejores. No del partido o de una camarilla. Cuando arriba cunde el mal ejemplo, la podredumbre echa raíces.
Pese a todo, el SAS funciona. Razonablemente bien. Podía ser mucho mejor. Bien dirigido. La tropa está lista pero exhausta.
La tropa esta exhausta, desmotivada, machacada en todos los aspectos, economico...personal...y profesional, y a pesar de todo el trabajo sale adelante los pacientes estan contento. Alguien dijo un dia..." Dios mio que buen vasallo si hubiera buen señor"
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