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miércoles, 12 de diciembre de 2012
Una reflexión sobre la unidad y la huelga de residentes
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Cuando empezó en mayo esto de la crisis a lo bestia, y los trabajadores del Virgen del Rocío nos echamos en la calle a cortar La Palmera, había expectativas de todos los colores: desde los que decían que “esto no sirve pan ná”, reproduciendo los esquemas mentales del gobierno, a los que —muy ilusos ellos—, opinaban que “nosotros somos sanitarios y tenemos mucha más clase”, creyendo que encerrarse, acampar, hacer paros, huelgas y demás, era muy cutre. Iba a bastar una recogida de firmas y cuatro protestas simbólicas para que alguien hiciera entrar en razón a la Consejera, a Griñán, a Valderas y a la Banda.
Por h o por b, a medida que el conflicto se prolongaba, con
acosos al gerente, peticiones al gerente, reuniones con el gerente, encierros
donde el gerente, asambleas presididas por el gerente… Que al fin y al cabo es
un cero a la izquierda, un mandao colocado de obstáculo para que la Consejera
pase el día tranquilo, las asambleas y concentraciones fueron menguando de
asistencia. Y la administración agotando al personal, igual que en las
películas de estampidas de ganao hacen los vaqueros: poniéndose al frente de
las vacas, gritando mucho, dando tiros al aire, a hacerles dar vueltas hasta
que quedan reventadas y se paran.
En esas concentraciones y asambleas, convocadas por la Junta
de Personal, hubo representación de todos los gremios, sanitarios y no
sanitarios. En ellas se pedía la unidad de todos los trabajadores y fuerzas
implicadas…, Y tanto se nombraba la unidad, porque en cierto modo, brillaba por
su ausencia. Corporativos y de clase, cada cual por su lado. Hubo un sindicato
que pronto dejó de asistir a esas cuestiones, y no lo digo como reproche, sino
porque así sucedió: fue el sindicato médico. Y poco a poco, la protesta se
convirtió en una reducida concentración
de trabajadores de mantenimiento, pinches, auxiliares, alguna enfermera, algún
facultativo atípico, y para de contar. Y la Junta de Personal, dejó de convocar
con la siguiente argumentación: si convocamos, no viene nadie.
Por su lado, el Sindicato Médico jugó su baza en octubre con
su convocatoria de huelga. La huelga fue un éxito. Pero la administración
bostezó. Ni negociación, ni nada que se le parezca. A su vez los sindicatos de
clase convocaron luego su huelga general, que en el hospital tuvo una
repercusión mínima. Ni caso. Después se pusieron en huelga indefinida los
residentes. Y ahí sí que la Administración se sobresaltó, temiendo que se liase
una igual que en Madrid, que están de encierros, manifestaciones y huelga
indefinida.
Ha sido la primera protesta seria de un colectivo implicado.
Es curioso que en un sector como la sanidad andaluza, con varios sindicatos de
todos los colores en la Mesa Sectorial y fuera de ella, los residentes se han
visto impulsados a montar su propia estructura sindical llamada “coordinadora”,
y a poner en lo alto de la mesa el salario hasta ganar. En mi opinión: fracaso
rotundo de todas las organizaciones sindicales a la hora de liderar las
protestas de los trabajadores, que se ven obligados una y otra vez a
reinventarse. El resto de colectivos miran de lejos a los residentes, con
frialdad, como si la cosa no fuera con ellos. Los sindicatos médicos y de
clase, colegios profesionales, etc., les han dado un apoyo moral y técnico.
Nadie más se ha sumado a su esfuerzo. Y de momento, ahí están con su “huelga
suspendida”. Negociando ante un SAS carnicero, que exige que ni respiren, solo
para hablar y dar largas.
Por su parte, el personal facultativo sigue la estela de la
rebelión con el paso lento y sosegado que dan años y años de experiencia. Nada
de prisas y pensarlo todo muy bien. La huelga de residentes ha fastidiado pero
que a base de bien a los adjuntos, que han comprobado en carnes propias que los
residentes son mano de obra barata, y que sin ellos una guardia es un verdadero
embrollo. Así que están montando a su vez su propia estructura sindicada, al
margen de todos los sindicatos, basándose en la asamblea, y preparan sus
propias protestas, paros parciales, huelgas o aún habrá que precisarlo. En
Carlos Haya la Junta Médica, desconvocó su huelga ya que la Consejería “acepta
hablar si no hay protestas”.
O sea, que cuando —amargados por la falta de apoyos—, los
residentes hayan pactado y acabado con sus movilizaciones y estén desangrados,
agotados, con menos de lo que podrían haber logrado si todos fuésemos a una,
los médicos levantarán la pancarta, y se verán solos frente a los servicios
mínimos, la huelga parcial, y los tiburones de la Consejera, que tienen un
aguante y unos dientes, que pa qué.
Es posible que para cuando los facultativos estén
derrotados, se levanten las enfermeras en medio de la indiferencia general.
Enviado por Fernando.
Enviado por Fernando.
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