JJavier Perz Royo |
ANDALUCES.ES
Javier Perez Royo
9 jun 2014
La crisis de la institución monárquica ha estado en el origen de todos los ciclos de nuestra historia política y constitucional. Fue la abdicación en 1808 de Carlos IV en el Emperador Napoleón Bonaparte la que activó el principio de soberanía nacional en la sociedad española y con él el comienzo del constitucionalismo en nuestro país con la Constitución de Cádiz. Fue la muerte de Fernando VII en 1833 sin descendiente varón y, como consecuencia de ello, el enfrentamiento por la sucesión de la Corona entre Isabel II y Carlos María Isidro, lo que desencadenó y dominó el segundo ciclo con la Constitución progresista de 1837 y la revisión conservadora de 1845. Fue la expulsión de Isabel II con la Revolución de 1868, la que inicia el tercer ciclo, que se expresaría a través de una Constitución protodemocrática, la de 1869, y una República Federal, en un primer momento, para dar paso a la Primera Restauración de la Monarquía con la Constitución de 1876. En 1931 la crisis de la Restauración conduciría a la expulsión por segunda vez de la dinastía borbónica y a la aprobación a continuación de la Constitución de la Segunda República. Se iniciaba de esta manera el cuarto ciclo constitucional de nuestra historia. El golpe militar del 36 pondrá fin a la República mediante una guerra civil de tres años de duración, que se prolongará en un Régimen político no constitucional hasta 1975.
Con la muerte del general Franco se inicia el quinto, en el que todavía estamos, en el que se procede a la Restauración de la Monarquía por segunda vez, aunque en esta ocasión no se pondrá el énfasis en la Restauración, como se hizo a finales del siglo XIX, sino en la “Transición a la Democracia”. Se procedía a la Restauración de la Monarquía, pero se presentaba dicha Restauración no como recuperación de la Monarquía, sino como recuperación de la democracia que el Régimen del general Franco había destruido para hacer posible la operación restauradora monárquica.
La identificación de la institución monárquica con la recuperación de la democracia ha sido la ideología legitimadora del sistema político español tras la muerte del general Franco. El rey Juan Carlos fue el protagonista entre 1975 y 1978 de la transición de la dictadura a la democracia y confirmó dicho protagonismo con su conducta el 23 F de 1981. Con ello implícitamente se está transmitiendo el mensaje que la crisis de la Monarquía supondría la crisis de la democracia o, lo que es lo mismo, que la continuidad de la Monarquía es la garantía de la continuidad de la democracia.
Esta ideología legitimadora del sistema político de la “Transición” es la que está siendo puesta en cuestión en este momento. Los estudios de opinión nos lo vienen indicando desde hace unos años. El resultado de las elecciones europeas del 25 M lo ha confirmado de manera inequívoca. El propio Rey Juan Carlos ha tenido que reconocerlo abdicando en el Príncipe de Asturias, inminente Rey Felipe VI.
La historia se repite. A su manera, porque la historia nunca es igual a sí misma, pero se repite. La recurrente crisis de legitimidad de la Monarquía es algo específico de la historia constitucional española. En ningún otro país europeo se ha producido. Y a eso es a lo que estamos asistiendo. El sistema político nacido tras la muerte del General Franco cada vez tiene menos de “Transición a la Democracia” y más de “Restauración de la Monarquía”. La ideología legitimadora está desapareciendo, si es que no ha desaparecido ya.
El PSOE en general y la presidenta de la Junta de Andalucía en particular deberían reflexionar urgentemente sobre ello.
Susana Diaz. Presidenta de la Junta de Andalucía |
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