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Notable e irónica intervención
de Evo Morales ante los Jefes de Estado de la CEE.
Exposición del Presidente Evo Morales ante la reunión de Jefes de Estado de la
Comunidad Europea
(30/06/2013).
Con lenguaje
simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de
Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el Presidente Evo
Morales logró inquietar a su audiencia cuando dijo:
“Aquí pues
yo, Evo Morales, he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
Aquí pues
yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he
venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años. Aquí
pues, nos encontramos todos.
Sabemos lo que somos, y es bastante.
Nunca
tendremos otra cosa.
El hermano
aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que
me descubrieron.
El hermano
usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca
autoricé a venderme.
El hermano
leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea
vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
Yo los voy
descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar
intereses.
Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre
recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a
San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata
provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No
lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su
Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación?
¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la
sangre de su hermano!
¿Genocidio?
Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que
califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como
Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual
civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos
185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados
como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al
desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de
guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la
indemnización por daños y perjuicios.
Yo, Evo
Morales, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan ‘MARSHALLTESUMA”, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan ‘MARSHALLTESUMA”, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, al
celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho
los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de
los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano
Internacional? Deploramos decir que no.
En lo
estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles,
en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que
terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin
canal.
En lo
financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de
cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas
líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo
el Tercer Mundo.
Este
deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una
economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su
propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos
demorado todos estos siglos en cobrar.
Al decir
esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos
las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que
los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos
a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico
interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo durante los últimos 300 años,
con 200 años de gracia.
Sobre esta
base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los
descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil
kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de
300.
Es decir, un
número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que
supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en
sangre?
Aducir que
Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para
cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso
financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales
cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.
Pero sí
exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos
deudores del Viejo
Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso
mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita
entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica…’”
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