LA LEVANTERA
Periódico Autogestionado
El costurero de ideas
http://elcosturerodeideas.blogspot.com.es/2016/02/cuentalo-sobre-un-campo-de-refugiados.html
Cuando hablamos de autogestión se nos viene a la cabeza como ejemplo el barrio ateniense de Exarquia. Allí llevan décadas desarrollando modelos autogestionados que dan respuestas a diferentes necesidades del pueblo. Encontramos cafeterías - librerías organizadas de forma cooperativista, como Locomotiba en la calle Botassi, o el centro socio cultural medico BOX, en la misma plaza de Exarquia. Nos parece extraño desde nuestra visión que autogestionen un centro médico, aquí donde aún tenemos una sanidad pública (aunque sepamos que está en peligro y que si no es por la defensa a ultranza que se está llevando a cabo posiblemente dejaría de existir).
Podríamos pensar que la autogestión es el fracaso del Estado. Si el Estado se encargara del 100% de la sanidad no sería necesario un centro médico-farmacéutico en el centro de un barrio de la capital griega. E igual seria con la cultura, la educación, la alimentación… de hecho, los productos gestionados por el pueblo, por los pequeños productores, son los que a día de hoy pueden obtener la mayoría del pueblo griego, puesto que los alimentos gestionados por las grandes compañías tienen precios prohibitivos; en una gran superficie de capital francés conocida por todos, en el barrio de Egeo al oeste de Atenas, un litro de leche de marca blanca cuesta 1' 89, un paquete da café de 95g 4'65, una lata de atún de esas que a nosotros nos venden en pack de tres, pero solo una, cuesta 5'80 y un litro de gel 6'00 euros. La fruta y la verdura que ofrecen los pequeños productores tienen un precio inferior al que nosotros podemos encontrar en nuestros mercados tradicionales.
Sinceramente, no esperábamos encontrar esta diferencia cuando el 27 de Junio llegamos a Atenas. Como tampoco esperábamos encontrarnos con un campamento de refugiados sirios y afganos al norte del barrio de Exarquia, en el parque Pedio Areos. Habían llegado huyendo de la guerra al puerto del Pireo dos semanas atrás (13 de Junio de 2015), y desde allí los habían trasladado al parque en cuestión. Ninguno de ellos pretende quedarse en Atenas, sino que esperan poder llegar al norte de Europa donde encontrar un trabajo y reconstruir así sus vidas. Nuevamente, ante el fracaso del Estado, esta vez traducido en el más absoluto de los olvidos y de los silencios (es curioso, con la cantidad de noticias que nos llegaban de la economía griega, del estado de su bolsa, de las colas de los bancos… que esta otra noticia no llegase, se tuvo que teñir de sangre el Mediterráneo para que empezara a importar), era la autogestión del pueblo la que asistía a estos refugiados. La asociación “food for all” repartía alimentos a los refugiados, ;militantes de plataformas, asociaciones… ofrecen zapatos, ropas, tiendas de campaña, asistencia médica, juguetes a los niños (más de la mitad son niños, que juegan como lo harían cualquiera de nuestros hijos en un parque cualquiera, que sonríen, corretean y pese a todo se sienten a salvo) incluso agua, ya que ni tan siquiera agua ha ofrecido el Estado a estos refugiados en las semanas más calurosas de todo el verano ateniense.
Podría ser este un ejemplo clarísimo de que la autogestión es el fracaso del Estado. Pero entonces se nos ocurrió hablar con las personas que ofrecen su tiempo (que es lo más valioso del ser humano puesto que éste no es más que espacio de vida) a gestionar esta acampada. Esperábamos encontrar rabia, ante el hecho de que primero los bombardeamos y luego los olvidamos; esperábamos encontrar la indignación de ver con el ocultismo que las organizaciones locales y europeas estaban tratando este tema; esperábamos encontrar dolor al escuchar a estas autoridades hablar del drama que viven los refugiados en términos de cuotas, como si hablaran de la cantidad de producción de aceite que un país puede tener, en lugar de hablar de personas que tenían una vida “normal” en sus pueblos antes de que llegara una guerra que no se merecen y tuvieran que venderlo todo para poder pagar un pasaje incierto a una Europa deshumanizada. Y en lugar de eso encontramos a personas con esperanza. Esperanza en que el ser humano mire al otro a los ojos y vea en él a su igual, al mismo ser humano; y que este reconocimiento nos lleve a la unidad de los pueblos. Unidad, era la palabra que más repetía Panagiota mientras recogía los dibujos que los niños le entregaban, centenares de dibujos con los que quieren hacer un gran collage. Unidad de los pueblos europeos, unidad del ser humano, unidad autogestionada. Con todas esas visiones en nuestra retina preguntamos que podíamos hacer, como podíamos ayudar, y la única respuesta que nos daban era la misma, contadlo, contad lo que está pasando. Y lo que está está pasando, es un ejemplo de que la autogestión y la unidad es la victoria del ser humano.
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