lunes, 25 de noviembre de 2013

25.11.13.- EL CAMBIO QUE NECESITA LA SANIDAD

HULP
Hopital Universitario  "La Paz"



¿Quién debe liderar el cambio que necesita nuestra Sanidad Pública? Una visión personal para abrir el debate


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Hace unos meses ya, abrimos una sección titulada “Reforma Sanidad”, con el objetivo de crear un foro donde el debate público sobre los cambios necesarios en nuestro sistema. Dicha sección, desafortunadamente, se ha mantenido bastante inactiva.
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Sin embargo, hace unos días Ángel Montero Luis, oncólogo radioterapeuta del Hospital Ramón y Cajal, nos envió una colaboración con sus reflexiones, que creemos encaja en esta sección. Desde aquí queremos agradecer a Ángel que haya querido compartir sus opiniones en LVDH, que a continuación reproducimos íntegras, e invitamos a nuestros lectores a participar en un debate tan intenso como necesario.
Es innegable que la Sanidad Pública necesita un cambio. Al deterioro progresivo que venía sufriendo desde hace tiempo, se añade en este último año la nefasta actuación de la Consejería de sanidad de la CAM con su ínclito consejero como máximo, aunque no único, responsable. Y la situación ha llegado a tal extremo que es imprescindible cambiar si queremos que nuestra sanidad pública mejore. Como dejó dicho D. Miguel de Unamuno, “…el progreso consiste en renovarse…”.
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Muchos médicos pensamos que esta renovación y cambio debe partir desde una profunda, sincera y desapasionada autocrítica que de paso a un nuevo modelo basado en la profesionalización y el fomento de la meritocracia como pilares fundamentales sobre los que cimentar todo el edificio de la Sanidad Pública. Tenemos que enfrentarnos a esas bolsas de ineficiencia existentes, que todos reconocemos al menos en privado, y sacudirnos la mediocridad que cada vez atenaza más nuestro sistema. Pero, ¿quién o quiénes deben liderar este cambio que necesitamos?
  • No serán, obviamente, los políticos de turno los que nos vayan a sacar adelante, ellos han sido los grandes responsables de que hayamos llegado a este punto de decrepitud. ¡Pero ni los que ahora están, ni los que están por venir! Y si no, sólo hay que mirar lo que sucede por debajo de Despeñaperros o por encima del Ebro para ver que ninguno merece el más mínimo crédito.
  •  Y dentro del grupo de los políticos no hay que olvidar a las Gerencias y Direcciones Médicas actuales. Cargos nombrados por su afinidad con la Consejería de Sanidad, y que por tanto responden a sus directrices, que no harán nada que pueda comprometer su supervivencia.
  • Y tampoco parece que vayan a ser los sindicatos los que sean capaces de liderar el cambio que reclamamos. Ni los llamados “sindicatos de clase” ni los más particulares “sindicatos médicos”. ¿Seríamos capaces de volver a confiar en grupos a los que, como en el año 2006, no les tiembla el pulso a la hora de firmar acuerdos con la Administración que excluyen a gran parte de los que dicen defender (leáse, Modelo de Carrera Profesional)?
  • ¿Y  que decir de muchos, que no todos, de los Jefes de Unidad/Servicio/Sección? Pobres de ideas y soluciones, han consentido en demasiadas ocasiones las arbitrariedades de la Consejería, Gerencias y Direcciones y han callado durante años ante situaciones de abuso y discriminación laboral y económica sostenida como en el caso del personal eventual de sus servicios.
  • Desgraciadamente, tampoco los Colegios profesionales, y menos aún el ICOMEM, parecen una solución válida. ¡Bastante tienen sus dirigentes con intentar solucionar sus luchas intestinas por el poder como para preocuparse de asuntos tan nimios como la supervivencia de un modelo sanitario! Sólo hay que ver que son capaces de hacer lo que sea con tal de estar a bien con los poderosos…. Y, para muestra, baste ver la torticera utilización de las instalaciones del Colegio  que hacen.
  • Finalmente, muchos fuimos los que pensamos sinceramente que las asociaciones profesionales recién surgidas, en concreto AFEM, podían ser, si no la solución definitiva, si el camino a través del cual poder buscarla y encontrarla. Y muchos médicos confiamos y apoyamos esta iniciativa, quizá demasiado decepcionados con las que teníamos hasta ese momento. Y también fuimos muchos los médicos que queríamos estar convencidos de que AFEM sería valiente para dar un paso al frente, para reclamar legítimamente y con la fuerza de la razón un cambio de modelo. Que sería capaz de, a partir de una profunda y sincera autocrítica, apostar decididamente por la profesionalización de la gestión de la Sanidad Pública a todos los niveles, desde los más altos a los meramente asistenciales, desde los gerentes y directivos hasta los jefes de Servicio y Unidad. Que exigiría la meritocracia como patrón de medida de la valía profesional, abandonando la tradición gerontocrática, aunque ello supusiera tener que aceptar si fuera precisa la laboralización como instrumento para reducir la mediocridad y las bolsas de ineficiencia existentes. Sin embargo, tras más de un año, lo único que, de momento, se ha conseguido es judicializar lo que debiera ser una aspiración profesional y fiar cualquier solución a la voluntad del juez correspondiente aún a riesgo de embarcarnos en un pleito continuo que acabe agotando a todos. Y que, además, conociendo el comportamiento de la justicia en España va a depender, para bien o para mal, de la ideología del juzgador antes que del peso de los argumentos dirimidos. Y al igual que pueden darnos la razón, si la ideología del juez es contraria a la del Gobierno regional, nos la pueden negar si ambos son de ideología similar. Y esto es lo que, hasta el momento, hemos logrado. Pero, ¿después de todo, nos vamos a parar ahora? Sería muy triste que nos conformáramos con mantener el statu quo actual sin aspirar a un verdadero y profundo cambio…
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Mientras no seamos realmente conscientes, todos, de que debemos cambiar si queremos que nuestro sistema siga siendo válido, continuaremos estancados o, lo que es peor, en un deterioro constante. Saber cambiar se ha convertido en una necesidad vital para la Sanidad Pública y para ello no nos podemos apoyar sobre las certezas y realidades pasadas. Pero cambiar y mantener una actitud abierta hacia el cambio no es una tarea fácil. El cambio y la posterior evolución conllevarán una transformación profunda, y deberían de ser conducidos y liderados por aquellos que realmente creen en la necesidad del mismo, con independencia de su situación en el escalón jerárquico. ¿Quiénes están dispuestos?
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Claro que, también podemos quedarnos como estamos…

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