¿Por qué fracasó Ganemos Sevilla?
Las elecciones del 24 de mayo son el síntoma claro de un cambio de
tendencia en España. Y las candidaturas de unidad popular han tenido
gran parte de la culpa.
Manuel Rodríguez, politólogo de Cámara Cívica
CARMENA |
Con lo que costaba pronunciar "municipalismo" o
"ciudadanismo" y qué buen resultado han traído. Las elecciones del 24 de
mayo son el síntoma claro de un cambio de tendencia en España y las
candidaturas de unidad popular han tenido gran parte de la culpa. El
éxito de candidaturas críticas unitarias, como Barcelona en Comú, Ahora
Madrid o Zaragoza en Común es una muestra de que a veces los
experimentos salen bien. Otras veces, la fórmula explota antes de que
veamos el resultado y la reacción deja el laboratorio perdido. Este es
el caso de Ganemos Sevilla. Esta plataforma ciudadana no llegó a
consolidarse en la capital hispalense y en este artículo intentaremos
señalar por qué.
Vayamos al inicio de todo: Durante el verano de 2014 algo se movía en Sevilla. Se comentaba en los bares y en las redes.
Ganemos Barcelona se había presentado en junio y había ganas de
replicar ese modelo municipalista. Tras varios encuentros informales a
principios de septiembre se convocó una asamblea en La Casa Ensamblá
que constituyó Ganemos Sevilla. En dicha asamblea ya se encontrarían
dos de las debilidades del proyecto, sobre las que volveremos más
adelante.
Ahora bien, ya sabemos que en Sevilla la candidatura
ciudadanista no ha funcionado, pero sí ha triunfado en ciudades como
Barcelona o Madrid. ¿Por qué? Haciendo un análisis en perspectiva
comparada, en Madrid, Barcelona y Sevilla los resultados electorales del 24 de mayo ofrecen similitudes:
poca distancia entre las primeras fuerzas y fragmentación electoral.
Sin embargo en Sevilla han aguantado los partidos tradicionales, PP y
PSOE, mientras que en las otras dos ciudades las candidaturas
municipalistas han disputado la hegemonía. ¿Cómo se explica ésto? ¿Qué
hay en éstas ciudades que no hay en Sevilla?
Podemos señalar tres aspectos:
1) Candidatura unitaria:
Esto parece una obviedad, pero es fundamental. Una sola lista agrupa el
voto disperso y se beneficia de los efectos mayoritarios de nuestro
sistema electoral. Además moviliza a parte de la abstención al percibir
un marco ganador y ver que su voto es “más útil” al votar a la
candidatura unitaria que a un partido que probablemente no saque
representación.
2) Liderazgo distribuido:
aunque los proyectos han sido participativos y se ha contado con todo
el mundo, se ha tenido como referente a una cara visible, fácil de
identificar e ilusionar al electorado. El liderazgo de Ada Colau era
claro y aún así pasó un proceso de primarias, igual que Manuela Carmena. Usarlas como figura pública ha permitido además experimentos de comunicación disruptiva
con muy buenos resultados. La cara de Colau ha sido de hecho el logo
que Barcelona En Comú ha usado en las papeletas de voto, igual que
hiciera el recién nacido Podemos en las elecciones europeas del año
pasado.
3) Tiempo:
Mientras que Ganemos Sevilla surge por replicación en septiembre de 2014
siguiendo la estela de Guanyem Barcelona, ésta tuvo más tiempo para
prepararse. Tanto Guanyem Barcelona como Municipalia (luego
Ganemos Madrid, luego Ahora Madrid) aparecen en junio con un trabajo
previo ya hecho. Ganemos Sevilla lo hace en septiembre y con un ritmo de
trabajo muy lento.
El resultado es claro: en Madrid y en Barcelona habrá gobiernos transformadores. En Sevilla, no.
Junto a estos tres elementos que identificamos en otras candidaturas,
en Ganemos Sevilla había otros problemas endémicos. Dejaremos de lado
cuestiones externas como el acoso y derribo
por la prensa conservadora o la incapacidad de conseguir 10.000 firmas.
Como decíamos antes, en la asamblea constitutiva ya se vieron dos
debilidades: Por una parte, como denunció el catedrático Juan Torres:
darle más importancia al “cómo” que al “qué” hacer. Por otro lado, el
excesivo recelo por que alguien pudiese desarrollar un rol de liderazgo
de la plataforma y la heterogénea procedencia y cultura política de los
miembros de Ganemos Sevilla (movimientos sociales, partidos políticos,
sindicatos, 15M, representación estudiantil...) derivó de forma cíclica
en una batalla de egos.
En primer lugar, el formalismo
a menudo se superponía al pragmatismo. A modo de ejemplo podemos hacer
un estudio de caso del punto en el que se resquebrajó la confluencia:
las líneas rojas. En proceso de construcción colectiva siempre requiere
que todas las partes transijan para así llegar a lugares comunes. Una
línea roja, un límite infranqueable, debe ser situarse alrededor de algo
absolutamente esencial. Nadie hubiera cuestionado que una línea roja
fuera no aceptar a ninguna persona abiertamente racista, por ejemplo.
Pero la cosa fue más allá y se colocaron líneas rojas en cuestiones como
si concurrir a las elecciones como agrupación de electores (defendido
por podemistas), como coalición (izquierdaunidistas) o con que el modelo de primarias se haga según el sistema ponderado de Dowdall (ecuistas).
Esta falta de pragmatismo en las cuestiones procedimentales ha traído
consigo que aunque en el diagnóstico de la ciudad y en el contenido de
los programas electorales había puntos en común, la confluencia fuera
imposible. Recuerden lo que decíamos se presta más atención al "cómo"
que al "qué".
Por otra parte, las luchas de egos
suponen una distorsión en el funcionamiento diario de cualquier
organización, más aún en una con una estructura joven y flexible. El
desgaste interno que produce en los miembros de un colectivo retrasa el
trabajo diario y debilita su futuro. Estas luchas de egos, por cierto,
no fueron impulsadas por los integrantes "famosos" de Ganemos Sevilla,
como se temía desde el principio. Por el contrario, ciertas personas
acostumbradas a reinar en su pequeña parcela no supieron ocupar otro rol
en un proyecto más ambicioso.
Hay quienes prefieren
ser cabeza de ratón a cola de león. Y claro, no se puede salir a ganar
unas elecciones sin salir de tu zona de confort. Si el objetivo no es
ganar, no lo llamemos "Ganemos Sevilla".
Podríamos
plantearnos qué habría pasado si se hubiera logrado la confluencia:
Actualmente solo dos candidaturas a la izquierda del PSOE han obtenido
representación en las elecciones del 24 de mayo. Son Participa Sevilla,
con 3 concejales (28.933 votos) e IULV-CA con 2 (19.177 votos). En
total, 48110 votantes a la izquierda del PSOE han sido representados.
Pero hagamos un ejercicio de política ficción: imaginemos que se pueden
sumar los votos obtenidos por la mayoría de las listas críticas.
El
falso "Ganemos Sevilla-Sí Se Puede", que se hizo
con el nombre de la plataforma municipalista original, ha conseguido
llevarse el voto de 13.255 despistados. Equo, otro partido que apostó
por la confluencia, consiguió 3.330. Despreciemos en esta disgresión que
una lista unitaria movilizaría de otra forma al electorado y que la
abstención, la volatilidad y la indecisión se habrían reducido
drásticamente, dando resultados diferentes. Simplemente sumando se
obtendría un total de 64.695. Suponiendo que votase la misma gente
(aunque una candidatura de unidad popular es de suponer que movilizaría
al electorado y reduciría ese 40% de abstención), se obtendría alrededor
del 20% del electorado. Por los cálculos que he hecho con un simulador,
un concejal del PP iría para la candidatura unitaria, poniéndose en 6
concejales, empate a 11 PP y PSOE y 3 Ciudadanos.
Dicho todo ésto, solo se puede aprender de los errores y pensar que se
puede hacer política de otra manera. Una ciudad como Sevilla, donde no
falta la creatividad ni las iniciativas alternativas este proyecto tiene
futuro. Sólo hace falta coraje para volver a intentarlo. Como dijo Guillermo Zapata
cuando acudió como invitado a las jornadas programáticas que Ganemos
Sevilla: "Necesitamos alquimistas. Ocho de cada diez veces sus
experimentos explotan. Las otras dos, consiguen maravillas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario